Jóvenes en Chicago Marchan en Protesta de la Violencia
Chicago, IL — 19 de Jul. (Redacción Chicago) • El crimen en Chicago alcanza niveles históricos con más de dos mil homicidios reportados en lo que va de año. Aunque esta cifra no supera a los del año pasado, muestran un problema que ha llegado a la atención del Presidente Donald Trump, el cual prometió asistencia federal en intentar contener la ola de violencia en la tercera ciudad más grande de estados unidos.
Cuando Carlos Yanez, de 16 años de edad, escucho que en Chicago habían muerto más de 100 personas durante el fin de semana del cinco de julio, el muchacho no quedo impresionado por la noticia.
«Después de un tiempo te acostumbras» dijo Carlos. «Quiero decir, que podemos hacer? No tenemos a quién nos ayude. Que podemos hacer?
La violencia de armas ha alcanzado niveles epidémicos en Chicago, una urbe de 2.7 millones de habitantes que ha dejado de confiar en que la policía o las autoridades gubernamentales puedan hacer algo al respecto.
Residentes, la mayoría jóvenes con conocimiento intimo de las ramificaciones y consecuencias de la violencia marcharon el viernes en Chicago por un céntrico barrio para pedir el fin de la violencia.
Jóvenes como Carlos no encuentran ninguna esperanza de aliviar la violencia y aunque el número de homicidios en el 2017 se ha mantenido por debajo de los números reportados durante el mismo periodo del año pasado, el problema no deja de preocupar a los residentes de los barrios más impactados en el lado sur de Chicago.
Líderes comunitarios tomaron excepción de la decisión del Presidente Trump en añadir más efectivos de policía sin consultar a las comunidades de cual eran las necesidades.
«Sólo van empeorando las cosas,» dijo Carlos del creciente problema. «La Alcaldía no tiene dinero, CPS (Colegios Públicos de Chicago) no tienen dinero pero sin embargo están poniendo cámaras en todo lado, gastando en infraestructura de tráfico. Todos los autos de policía nuevos, equipos nuevos, pero aun no pueden resolver la violencia.»
No hay un joven que viva en el lado sur de Chicago que no se halla visto impactado por la ola de violencia. Atracos, asesinatos, robos, droga, son parte de la vida cotidiana.
Para Berto Aguayo, la vida con la violencia es casi normal para él. Aguayo ha evitado 5 tiroteos y solo hace un par de meses que mataron a un hombre de 28 años en su barrio frente a una iglesia. Mucha de la gente que el conocía esta seriamente herida o muerta.
Aguayo es un organizador comunitario con el Proyecto Resurrección, una organización que, entre otras cosas, esta intentando crear un sistema básico para combatir la violencia.
«Vivo a dos cuadras de aquí. Fuí un miembro de pandilla en esta comunidad en mis días más jóvenes. He perdido amigos a la violencia de pandilla. Perdí mi primer amigo a los 13 años. Esta es una historia típica de la gente en el lado Sur de Chicago. La muerte acecha constantemente. »
El viernes caluroso de la marcha parece eliminar el miedo de estos residentes que salen a la calle a expresar su preocupación y pedir encontrar soluciones a la crisis.
Salir a marchar a la calle no cambiara de manera radical el nivel de crimen, pero muestra a los demás la esperanza de los residentes del lado sur de estar motivados por su campaña de paz, y eso, a menudo es el primer paso a soluciones más duraderas.
Con la crisis de armas y opioides, esta claro que el conflicto que los Estados Unidos tiene con su propia constitución sobre el tema de armas libres tendrá que ser resuelto antes de poder anticipar o incluso aspirar a una cambio en el número de incidencias por crimen armado.
Siempre y cuando haya una saturación de armas en las calles donde los jóvenes puedan tener acceso a ellas y la glorificación de conflicto sea un tema central en la corriente principal de la sociedad estadounidense a través de cine, música y otros influencias sociales, no habra nunca un cambio lógico y seguro para los que huyen del crimen y sus secuelas.
Con los políticos permitiendo mayor acceso a las armas, el problema solo empeorara. Solo la reducción de las herramientas de muerte pueden reducir el nivel de incidencia. De ahí es donde se parte para mejorar la educación, las relaciones comunitarias, y la promesa de futuro para los jóvenes.
La Constitución de Estados Unidos garantiza la posesión de armas. Esta garantía fue un producto de la época en la que fue escrita y poniéndolo en contexto actual no tiene sentido, más que el de controlar, denigrar y oprimir al más pobre. Son las herramientas por la que se rige y controla el flujo de drogas, y donde el criminal encuentra su poder y convicción para cometer sus actos violentos. Las pistolas son el peligro de todo policía en las calles que intenta preservar el buen orden y la razón por el estrés que eso conlleva que causa el conflicto y temor.
Para incrementar la paz, hay que reducir las herramientas de guerra.
Artículo preparado con información recopilada de Voz de América, CNN, AP y Reuters.
Descubre más desde Diario-Digital.com
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.