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La Guitarra Surquera y los hermanos Aguzzi

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Con mi esposa, en el 2008,  recorrimos Ecuador y vivimos cerca de un año en  Vilcabamba, conocida por la longevidad de sus habitantes. Mujeres y hombres de más de cien años, caminaban lúcidos y enteros por sus calles. Por varias razones había llegado allí con cierto resentimiento hacia mi país, Argentina. En la ciudad, encontré una buena cantidad de jóvenes compatriotas. Todos muy talentosos. Todos con un afán y una fuerza que contribuyeron a que me reconciliara con mi patria.

Al pasar por una de las estrechas calles de Vilcabamba, escuchamos de pronto un coro de violines y una voz cargada de fuerza y armonía. Allí conocimos a Bruno y Fede, los hermanos Aguzzi y a partir de entonces vivimos con ellos una bohemia creativa y total. Los seguimos a la casa que ocupaban, en lo alto de una elevada y escarpada colina, . La vivienda,  aunque contaba con servicios esenciales, estaba semiderruida. A veces encima de montículos de escombros, los jóvenes ejecutaban la música que se elevaba a la serena noche ecuatoriana.

En febrero de 2008 cuando recién cumplía 23 años salimos de vacaciones con Bruno, con la idea de conocer el noroeste argentino, y pensando en viajar unos 15 días. Nunca imaginamos que esas vacaciones se extenderían durante casi 2 años. Recorriendo, aprendiendo y siendo parte de millares de paisajes latinoamericanos. En ellos  conocimos y compartimos muchas canciones, lecturas y pensamientos, comidas y tertulias con amigos de casi todo el planeta – dice Federico Aguzzi

Albazos, Pasacalles, Marineras… Música ecuatoriana, peruana, que los hermanos  interpretaban con una fuerza y una originalidad insólitas. La noche de nuestra partida de Vilcabamba,  concurrimos  a una fiesta multitudinaria en el centro del pueblo, donde asistieron personas de al menos veintiocho países diferentes. Bruno y Fede conmovían a la noche del altiplano con sus piezas. Todos terminaron bailando del modo que cada uno lo sentía, una versión «aggiornada» del Carnavalito, ritmo tradicional argentino.

Unidos por el afán trashumante, volvimos  a encontrarnos con los hermanos en Venezuela y en Colombia. Finalmente coincidimos en Buenos Aires, donde Bruno y Fede, además de completar sus estudios musicales se volcaron al tango.

Hablar sobre esta danza,  que más que un hecho musical es una cultura, daría para varios artículos. Bástenos decir que hay un consenso: las voces demasiado cuidadas, como las de los cantantes de ópera, no serían adecuadas para el tango. Quien se dedica a interpretarlo, debe ser capaz de trasmitir sufrimientos, noches en vela; ese «splint», mezcla de tortura, angustia y melancolía, que anima al personaje de la noche porteña. Son pocos los casos en los que una voz casi perfecta, como la de Bruno, puede tasmitir esa carga ancestral; ese sentimiento de todo un pueblo, que encierra el tango. Es de destacar que la interpretación que hace el conjunto Guitarra Surquera, reproduce la simpleza, el minimalismo de los primeros cantantes: un acompañamiento sencillo y la sonora fuerza de la voz.

Nuestros padres, con el más puro amor, nos enseñaron a querer y respetar la libertad. Y la música es una expresión libre del alma dice Bruno. Tanto él como su hermano no pertenecen a una familia de músicos, aunque el amor y la dedicación que le brindan podría hacer pensar lo contrario.

Con el tiempo fuimos notando el poder de vida y salud que guarda el arte musical. Si estoy mal o triste canto y me siento mejor; la energía sube y florece una sonrisa. – agrega Bruno y explica que su hermano Federico, en este afán de no separar la música de la vida, del trabajo interior, de la salud, ha comenzado a sus veintinueve años la carrera de Musicoterapia.

Hoy me encuentro en Buenos Aires, tocando junto a mi hermano y a mis compadres. En este conjunto que dimos por llamar Guitarra Surquera,  a mi entender es más que un grupo músical. Es un encuentro de hermanos, que enredados en cuerdas juegan, comparten y componen.  Y así, con el mate como escolta, vivenciamos un camino de criollos.  – afirma Fede

A Guitarra Surquera lo componen, además de los hermanos,  los músicos Nico Mustillo y Nacho Fernández. Su nombre es un homenaje al lugar donde nos conocimos; el centro cultural “El surco”. Por otro lado nos pareció linda la imagen de sembrar con las guitarras nuestra música, y que esa emoción brote en el corazón de quien la escucha, termina Bruno.

 

En este contexto de  humildad, de entrega al arte, los hermanos Aguzzi,  música y canto, son en la actualidad un referente del tango y una fuente de consulta para nacionales y extranjeros. Sus interpretaciones son apreciadas y valoradas en los lugares más clásicos y selectos de Buenos Aires, donde por  las noches la ciudad vibra en la perfecta síntesis que logran entre el arte y la vida.

 

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