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Simón Bolívar: el hombre que cambió la historia de Iberoamérica

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Quito, Ecuador (EP) • Pocas personas han levantado tantas pasiones en la historia iberoamericana como la figura del político y militar Simón Bolívar, uno de los responsables de la independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, y que es recordado, todavía a día de hoy, como uno de los grandes libertadores de la región.

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Recordar al venezolano supone rememorar algunas de sus grandes ideas, tanto a nivel político como social, que hacen que su figura se mantenga en el panorama actual como un referente por parte de numerosos líderes políticos iberoamericanos.

Este domingo 24 de julio se celebra el aniversario de su nacimiento, que se produjo en la noche del 24 al 25, en una vivienda situada en la Plaza San Jacinto de Caracas en 1783, en el seno de una familia acomodada y bajo el kilométrico nombre de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de la Concepción.

El venezolano, que pasó por una infancia dura tras la muerte de sus dos progenitores, pasaría finalmente a la historia bajo el nombre de Simón Bolívar, y tendría, desde muy temprana edad, que valerse por sí mismo, dependiendo de la ayuda de sus tíos e, incluso, de algunos de sus profesores.

Muchos escritores han querido atribuir al pequeño Bolívar la imagen de un niño indomable, con un gran temperamento y con ideas traviesas, un hecho que pretende, sin lugar a dudas, acentuar el hombre en el que se convirtió después. No obstante, todas estas historias parecen formar parte de la imaginación de sus narradores.

Lo que sí es seguro es que Bolívar no tuvo un desarrollo muy brillante en la escuela pública de Caracas, un centro educativo que funcionaba con dificultades como consecuencia de la falta de recursos.

Según explican los historiadores, durante estos primeros años, Bolívar se vio obligado a vivir con su maestro Simón Rodríguez, un hecho que no fue de su agrado y que le llevó a abandonar la residencia en varias ocasiones en busca de poder vivir junto a su hermana.

Más tarde, Bolívar fue enviado a España con el fin de acabar sus estudios. Fue precisamente en Madrid donde conoció a su mujer María Teresa Rodríguez del Toro, con la que mantuvo un corto, pero intenso matrimonio, hasta que finalmente ella falleció como consecuencia de la fiebre amarilla –paludismo–.

EL DOLOR CONVERTIDO EN POLÍTICA

Aunque siempre había mostrado interés por la historia, no fue hasta la muerte de su esposa cuando finalmente Bolívar enfocó todo su dolor hacia la lucha política, incentivado, en parte, por su viejo maestro Rodríguez.   En este momento se comenzó a forjar la figura del venezolano como la de un hombre público y de marcada ideología, que viajaría una segunda vez por Europa, con el fin de seguir formándose en diferentes campos.

No fue hasta 1806 cuando regresó a Venezuela, momento en el que también se unió a la causa revolucionaria, en una época marcada por el desanimo en relación al dominio español, que estaba luchando también sus propias batallas, al tener que defenderse de la invasión napoleónica.

Bolívar comenzó, de este modo, a mantener conversaciones con los británicos, que sabían que no podrían atacar de manera directa a España, aunque sí formalizar acuerdos comerciales con las colonias, que beneficiarían a ambas partes.

Con el paso de los años, se intensificarían los logros en la campaña independentista, muchos de ellos propiciados por el propio Bolívar, que participó, entre otras cuestiones, en la composición del Manifiesto de Cartagena, en el que analizó la situación política de Venezuela.

UNA GUERRA A MUERTE

En 1813, Bolívar comenzó una campaña en varias zonas del país, ante la que encontró, generalmente, poca resistencia, un hecho que propició su avance. Fue el 6 de agosto de 1813 cuando hizo su entrada triunfal en Caracas, donde se encargó de organizar el Estado y dirigir la batalla.

La guerra todavía no había terminado, los españoles dieron un duro golpe a la Segunda República de Venezuela, que vio rotos sus sueños independentistas.

Después de este fracaso, Bolívar comprendió que la única forma de vencer a España era lográndolo en todos los territorios iberoamericanos, creando una nación, que el pasó a llamar como la Gran Colombia, que atacaría de forma unilateral el dominio imperialista.

Las campañas militares de Bolívar se acentuaron en la década de 1820, aunque no fue hasta el 9 de diciembre de 1824 –fecha de la batalla de Ayacucho– cuando finalmente los sueños del libertador se hacían realidad, un día clave en la historia iberoamericana que supuso su independencia total de España.

El venezolano murió el 17 de diciembre de 1830, a los 47 años, en lo que para muchos supuso «el fin del sol» para a Gran Colombia y para Iberoamérica, en general. Su legado, sin embargo, todavía permanece muy presente en la región.

 

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