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Cesare Pavese: Triunfo y Derrota (2a. Parte) – por Pablo Minniti

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Cesare pavese
Fragmento de una de las novelas de Césare Pavese

 

En 1930 ya establecido en Turín, a la edad de 22 años el poeta se gradúa con una tesis sobre la interpretación de la poesía de Walt Whitman.  Al año siguiente muere la madre. Este es otro momento de congoja y desolación, ya que no pudo trasmitirle todo lo que representaba para él. Éste  es el siguiente trauma.

En 1936 sufre una traición amorosa, sumiéndolo en una gran depresión, creando el tercer trauma. El estudio de su creación literaria, y de nuevos trabajos, lo salvaron por el momento   de la destrucción.

No obstante, estaba aferrado a esa empecinada idea del suicidio y así lo deja ver en su diario, “El Oficio de Vivir,” cuya redacción empieza en 1935.  «Yo sé que estoy condenado para siempre al suicidio frente a cualquier dificultad o dolor,” agregando que ha desempeñado el papel de «… Hombre que no sabe vivir, que no ha crecido moralmente, que es vano, que se apoya en el puntal del suicidio, pero que no lo comete.»

                           (op.cit, 23 de Abril, 1936)

Para Pavese, lo más importante era conseguir el amor de una mujer y su timidez, su no saber qué decir, siempre lo alejaba de toda posible relación.  «El saber vivir es un arte que ayuda simplemente a tornear el material humano, afirma. En su caso, no saber expresar verbalmente,  lo que piensa, siempre se queda en ese estado alarmante de no saber que hacer e interrumpir la acción.

No tuvo ese duende de la comunicación, ese arte de interrelacionar, convivir, y disfrutar de las cosas pequeñas; reír a carcajadas, y abandonar todo síntoma de melancolía.  Cree sin embargo, que la vida es una gran escuela, y nacer es el más grande de los privilegios, porque   es la oportunidad para tornear el material humano.”                                                                                                           

Nada se puede conseguir sin voluntad, sin visualizar los resultados y  sin energía positiva. Carente de control, el ser humano es como una balsa  flotando a la deriva. Su continua creencia de que el suicidio era la única salida, se fue fortaleciendo cada vez más y se encerró a sí mismo en esa idea.

En el momento que estaba  tratando de desentrañar los motivos por los cuales Cesare Pavese  se quitó la vida, mi amigo Jorge de M. Pina, me mandó lo siguiente, que me parece   importante, porque creo que nada  ocurre al azar, y tal vez el propósito de la vida es aprender a vivir.

«La idea del suicidio, pese a ser humanamente comprensible, no me parece aconsejable. Porque vivimos para alcanzar el máximo nivel de consciencia. Mientras la vida es de alguna manera posible, aunque sea en una mínima medida, deberíamos perseverar para aprovecharla a pleno…interrumpir la vida antes de tiempo significa detener un experimento que no preparamos nosotros. Nos hemos encontrado en el medio de él y debemos continuar hasta el final.”

                                            KARL GUSTAV JUNG, Alemania, 1946

 

PABLO MINNITI

 

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