Sin Categoría

Los Pulmones del Poeta o Las Ventajas de Predicar en el Desierto

This content has been archived. It may no longer be relevant

Elena Vizerskaya 1980 - Russian photographer - Tutt'Art@ (36)
Elena Vizerskaya 1980 – Russian photographer –

La expresión «Predicar en el desierto» tiene su origen en la Biblia. Se dice que Juan el Bautista, vestido con pieles y armado con un báculo, vociferaba en el Desierto del Sinaí enunciando el mensaje divino; su propuesta a los hombres, y durante un largo tiempo sólo lo escucharon la arena, las rocas y los alacranes.

Quienes escribimos por un largo período, más tarde o más temprano, deberemos predicar en el desierto. Borges cuenta que cuando empezó a estudiar literatura, y sus profesores y familiares advirtieron la incipiente tendencia a escribir, le aconsejaron que demorara mucho en publicar. De hecho sólo se dio a conocer en su adultez,  cuando los manuscritos rotos formaban un largo río de papeles y letras desechados.

Ni Juan el Bautista ni Borges participaron nunca de las redes sociales, donde se nos exige con esa obsesión ansiosa que es la tónica de nuestro siglo, que consignemos los más mínimos detalles de cada día. Si me corté el dedo, si me duele la nariz… En cuanto a quienes escriben, sus primeros ensayos son volcados con rapidez en biografías y muros y los «Like» se  contabilizan con furor. Esto ocurre aún con escritores maduros que tienen cierta reputación; muchos de ellos viven pendientes de la recepción de sus escritos. Así cumplen con el enunciado posmoderno de «sino me aceptan y me aman, no existo»

Nadie niega que desde el punto de vista de la literatura, Facebook, Google+ o Twitter tienen un enorme valor para la difusión una obra. Son el equivalente actual de lo que fueran las plazas en las ciudades medievales, donde en pocos minutos se armaba un tablado y se representaban las obras de Shakespeare o Marlowe; la gente afluía espontáneamente a presenciar las distintas piezas, siguiendo los dictados de la atracción.

Al tratar de gustar a toda costa, de ser agradable al grupo de amigos de la red social, el poeta en ciernes cae en lugares comunes; expresiones o giros que sabe que van a gustar, ya que son utilizados hasta el cansancio por el lenguaje televisivo o simplemente cotidiano; repiten entonces frases fáciles que producen emociones calculadas; automáticas

De este modo, escritores y lectores, marchan en medio de senderos claramente condicionados. Una expresión original, una metáfora feliz, suena a estos oídos transitados como una disonancia. Si al flamante poeta se le ha ocurrido alguna vez, se cuidará muy bien de no reincidir y regresar a los caminos trillados y seguros.

De este modo, los pulmones del vate se van desinflando. Con esto nos referimos a la fuerza primordial de la voz poética; al descubrimiento asombrado, maravilloso del lenguaje que se produce cuando alguien siente por primera vez el sagrado furor de escribir. Esta fuerza se resiente y lo que fue en un principio  torrente furioso, termina como un arroyo y una leve quebrada en vías de secarse. Los pulmones del poeta, siempre poderosos en sus inicios, se llenan de flemas, tosen, y la potente voz se afloja hasta desaparecer.

Lo que cura este mal es la soledad, el grito en el desierto; escribir sin que nadie nos elogie. En La Masa Madre (Para Poetas, Soñadores y otros Demonios), publicado en Diario Digital de días pasados, ilustra la nota una foto digitalizada de Igor Zenin. Un violinista se encuentra en el extremo de un muelle. Sobre él hay un potente crepúsculo que enrojece el cielo. El personaje está solo y es pequeño ante la inmensidad. No hay oídos humanos que escuchen su música. El cielo y el artista se enfrentan en un contrapunto estremecedor.

Esta confrontación con el absoluto, sea cual fuere la forma de entenderlo, es el único medio de fortalecer los pulmones poéticos, de hacer que nuestra obra aumente su intensidad y nos arrastre; de permitir que aflore lo más preciado de nuestros pozos interiores. Soledad; desgarro. Cuando se vuelve de las profundidades del arte al mundo de los hombres, se les brinda noticias de otros horizontes. Entonces el poeta presenta un lenguaje nuevo, con la hondas huellas de ese diálogo que el vate mantuviera con los últimos límites .

No siempre surge el elogio. A veces estos versos queman y hay quien puede sentirse molesto, en especial los que por comodidad, no desean emprender esa travesía en busca del auténtico arte. Para el poeta, sus propias palabras y no los halagos fáciles, son el sentido de la vida.La garantía de convertirse en el centro alrededor del cual se unan quienes sean capaces de escuchar y comprender la nueva voz.

 

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba