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Dos Cuerpos se Enhebran sin Rostro por Luis Gilberto Caraballo

POESIA • ARTE • LITERATURA

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Fue en Caracas, en 2004, en medio de ruido de motores y  gritos de buhoneros,  cuando nos conocimos  con Luis Gilberto Caraballo.   En forma inevitable, conversamos sobre literatura y  poesía. Cerca de la despedida, el poeta me manifestó su preocupación por la forma de nombrar el momento de la tarde en que la luz se transforma en crepúsculo.   Después, con el paso de los años, ganaría innumerables premios, publicaría cinco libros y afianzaría su carrera de artista plástico como contrapunto a su colosal arte del lenguaje. Hoy, por encima de honores y reconocimientos, sigue latente su preocupación sobre los matices de la luz que nos llega del cielo y la forma en que nos descubre a nuestros ojos y los de nuestros semejantes.

En la siguiente  polifonía, el poeta interpreta en términos literarios su propia pintura  que ilustra esta nota.

Gocho Versolari

 

 Dos Cuerpos se Enhebran sin Rostro.

Dos cuerpos se enhebran sin rostro, como un lazo; va dejando su andar en el viaje de la vida. Aparecen uno frente al otro, cada uno, son parte de la tensión de un todo que representa el infinito. El de azul, posee mayor vigor, representa lo masculino y el otro el femenino, configuran un lazo en forma lúdica del infinito. Permanecen con cierta tensión amorosa, y una especie de rejilla- humana, como si inexorablemente no pudiesen escaparse, el uno del otro, como el inconsciente.
Era 1997 cuando realice el cuadro. Las redes y el internet habían aparecido con fuerza. Las identidades, los rostros, ya se vislumbraba se iban a ocultar en pseudónimos, tras lo que hoy conocemos como redes sociales. Pero el hombre ya llevaba miles de años en adelantos; su inconsciente constituido de ambigüedades donde lo opuesto, configuran parte de su devenir y llevan en sí mascaras que enmascaran identidades; la trama del devenir y de lo que pensamos era una realidad.
El cuerpo humano deberá mantenerse en inquebrantable pulso durante su vida con esa doble vitalidad – el yin y el yan , y la poesía que reposa en la metáfora, la imagen y en el manejo de la ambigüedad, exponenciada en ese infinito memorial; llevamos ancestralmente, y que mediante la creación poética nos permite tener acceso al no tiempo. A tropezarnos con la atemporalidad y el infinito. Es un cuadro escogido para el poemario donde se le rinde un homenaje al ritmo infinito del hombre, a su memoria y al ritual creativo de la poesía, a sus derivaciones y al manejo latente de números que se registran en esos lugares nubosos, llenos de silencio y de derivaciones, donde los números son inexactos, cuánticos, infinitos hasta inexistentes para explicarse por sí mismos.

Buscando las horas.
La tarde fría, y miro tus labios que aún llevan el alba, mientras nos traen dos café. Mi garganta intenta digerir mis pensamientos y los ojos del color del valle están al frente mirándome bajo tu frente, alrededor del pelo con su color negro azabache. Intente detener mis manos que pausadamente iban buscando las horas. Habían pasado años, y al fin, nos topamos como si tuviésemos la inocencia de tomar una pelota y reírnos, sin mirar. Solo la redondez con que esta rueda entre las manos e irnos correteando tras sus colores, se volvía una mezcla de atajos, cuentos, anécdotas, todas juntas buscando la lluvia que la refresque en la memoria. Aún tengo dentro de mí, como mirabas en clase, y el estar parado frente a ese grupo. Una serie de incógnitas, cada uno con su encrespada silueta, y tras de sí, el temor de ser descubiertos.
Aquella arboleda de tu casa pasea por mi cuerpo con su brisa, al descubrir el ventanal, y su verdor hendido sobre la piel huele a pino, a tu entorno familiar. Parece que estuviesen todos sentados frente a la mesa, comiendo un buen pastel, y cómo en esa mesa del estar, se ve una foto con el recuerdo de cada uno. Cómo si el viento hubiese obrado en silencio y sus historias, andanzas, hubieran entrado con aquel típico olor a pino a agitar mis huesos. Y aún la señorita no trae los café y tus labios aún muestran el alba

LUIS GILBERTO CARABALLO

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