Inmigración

Agricultores de Pensilvania temen perder trabajadores hispanos

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Pensilvania, PA — 16 de Mayo (VOA) Las calles de la pequeña ciudad de York Springs, en Pensilvania, se ven vacías a menudo últimamente.

Carteles de «se alquila» cuelgan en varias de las casas, estructuras de ladrillo y madera, donde hace varios años no había lugares para alquilar, dicen los residentes.

«Antes era diferente, era más tranquilo. La gente salía y caminaba por afuera» dice un ex-recogedor de fruta que dice llamarse Arturo. «Ahora la gente está escondida», señala.

Carteles de «Se alquila» han comenzado a aparecer en York Springs, Pensilvania a medida que inmigrantes hispanos se han ido del área. (M. Kornely/VOA)

Muchos residentes atribuyen el clima de temor en York Springs a la elección del presidente Donald Trump, quien ha prometido tomar una estricta posición hacia la inmigración ilegal.

Ubicado cerca de la frontera sur del estado, en el Condado Adams, York Springs tiene 800 habitantes, de los cuales un 42 por ciento son hispanos, mayormente de México.

Recientes redadas han reforzado el temor, llevándolos a permanecer dentro de sus casas y a otros a renunciar a sus trabajos e irse.

Mapa que muestra las granjas en York Springs, Pennsylvania.

La Policía de Inmigración y Aduanas, ICE por sus siglas en inglés, dijo a la VOA que sus agentes detuvieron a 15 personas en York Springs de enero a marzo. De ellas cuatro tenían antecedentes penales, cuatro habían reingresado al país y una tenía la visa expirada, el resto eran indocumentados.

Otras redades se han realizado desde marzo, dicen reportes.

Muchos de los residentes de York Springs trabajan en las granjas frutales o en las plantas de procesamiento y empacado de frutas del área, y temen las consecuencias económicas de la persecución a inmigrantes en la próxima cosecha de otoño.

Hermanos Hollabaugh

La granja familiar de los Hermanos Hollabaugh ha producido frutas y vegetales en el Condado Adams durante 61 años. Tres generaciones de la familia manejan las operaciones.

Pero, no podrían hacerlo sin la ayuda de la mano de obra inmigrante para trabajar en los campos, podar los árboles y cosechar la fruta, y especialmente cultivos como espárragos y moras, un trabajo difícil que pocos estadounidenses quieren hacer.

La granja contrata inmigrantes que presentan los documentos necesarios, dice Kay Hollabaugh, y ellos pagan impuestos. Pero los trabajadores están asustados.

«El mensaje que se escucha sobre las redadas está creando un efecto multiplicador entre los trabajadores inmigrantes», dice.

Hollabaugh afirma que sin ellos, «su negocio acabará».

«Setenta y cinco personas no tendrán un trabajo, y mi familia que ha estado aquí más de 60 años, perderá esto», explica.

La avenida principal de York Springs, PA, a menudo luce vacía sin peatones en medio de los temores de deportación de trabajadores agrícolas inmigrantes. (M. Kornely/VOA)

Rice Fruit Co.

En la época de la cosecha la compañía Rice Fruit emplea a unas 200 personas para empacar manzanas, duraznos y nectarines, que son enviados principalmente a estados de la costa este del país, pero también exportados a Centroamérica y el Caribe.

El resto del año, la compañía tiene unos 100 trabajadores en su operación de empacado, la mayoría hispanos.

David Rice, quien representa a la tercera generación de la compañía que se inició hace 100 años, dice que la perspectiva de no poder encontrar suficientes trabajadores para el tiempo de la cosecha, lo mantiene despierto por las noches.

«No se puede manejar una operación aquí si la fruta no es cosechada», dice. «Y muchos de nuestros trabajadores son una población itinerante que viene brevemente para la cosecha. Y si ese flujo es restringido, las ramificaciones serán enormes porque no podremos cosechar la fruta de la que dependemos para llenar nuestras bodegas en el otoño y luego empacarlas para enviarlas a nuestros clientes».

Rice agrega que está considerando varias opciones si hubiera una escasez de mano de obra, incluyendo automatizar más el empacamiento de las manzanas y reducir su fuerza laboral. Una reducción drástica en el número de trabajadores agrícolas, advierte, tendrá graves consecuencias para todo el mundo, advierte.

«No solo afectaría el precio de los alimentos, sino que afectaría muchas economías locales en términos de la fuerza laboral y el dinero que gastan, y las compañías para las que trabajan, por su viabilidad básica», explica Rice.

Trabajadores de Rice Fruit Company, muchos inmigrantes, separan manzanas para empacarlas. La empresa es la mayor planta de empacado de la fruta en la costa este de EE.UU. (M. Kornely/VOA)

Alimentamos la naciónLa industria frutícola del Condado Adams genera US$580 millones de dólares anuales, según un estudio, además de casi 20.000 trabajos.

En general, la agricultura estadounidense contribuye un billón de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) del país, dinero que depende fuertemente de la mano de obra inmigrante.

Craig Regelbrugge, un vicepresidente senior de Americanhort, que representa a la industria de viveros que abastece de árboles a las granjas, dice que los estimados, basados en datos del Departamento de Agricultura, son que por lo menos la mitad de la fuerza laboral agrícola no está autorizada para trabajar en Estados Unidos.

Defensores de la persecución a inmigrantes ilegales alegan que las granjas de la nación no desaparecerán si son deportados grandes cantidades de inmigrantes ilegales: que los cultivos continuarán siendo sembrados y cosechados. pero quienes producen cultivos especiales, como manzanas y otras frutas y vegetales, serán severamente afectados, dice Regelbrugge.

«La mano de obra manual es mayormente asociada con cultivos especiales, cultivos de viveros, así como la industria de lácteos», destaca. «Lo que es importante sobre los cultivos especiales es que son de un valor mucho mayor y el salario en las granjas deja una huella mucho más grande en términos de impuestos y en términos de bienes y servicios consumidos», indica el ejecutivo.

El presidente Trump ha asegurado a un grupo de agricultores que tratará de evitar que su estricta política de inmigración afecte la agricultura de la nación. La agencia de noticias Reuters, informó luego de entrevistar a los participantes en la reunión del mes pasado, que Trump presuntamente dijo que no quiere crear problemas laborales y que tratará de ampliar un programa de visas legales que permita el ingreso de trabajadores agrícolas temporales.

Sin embargo, para Kay Hollabaugh y muchos otros en la industria frutícola del Condado Adams, la respuesta es que el Congreso reforme las leyes de inmigración y otorgue algún tipo de estatus legal a los trabajadores inmigrantes agrícolas. «Si pudieramos sencillamente dejar de producir alimentos por un mes, creo que eso despertaría a algunos en el Congreso», dice la empresaria.

«Sería como, Dios, realmente tenemos un problema aquí, necesitamos solucionarlo, porque son estos fantásticos trabajadores inmigrantes quienes están alimentando a nuestra nación», concluye Hollabaugh.

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