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Arantxa Oteo: La Celebración de las Bodas Cotidianas

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Arantxa Oteo Ugarte es Doctora en Filología y licenciada en Filología Inglesa y en Antropología. Profesora de inglés y escritora. Poeta del circuito Slam en sus inicios, ha sido invitada a Festivales y Encuentros Internacionales de Poesía en Argentina y en España.

Ha participado en distintos proyectos poéticos y publicado en varias antologías y en las revistas ALKAID, La Sombra (de lo que fuimos), Álora, Gatos y Mangurrias, PULSO DIGITAL, Revista Groenlandia, El Norte (diario de San Nicolás de los Arroyos, Argentina) y en las míticas PRISMA y PROA, fundadas por Borges. Ha prologado varios poemarios, ha publicado un libro de relatos de cine-ficción, reviCIoNEy los poemarios La que Camina entre Leones (LápizCero Ediciones) y De Meses y Días (La Vida Rima Ediciones), coescrito con el poeta argentino Daniel Erne. Actualmente trabaja en dos poemarios a cuatro manos y en unos cuentos muy salvajes.

 

Algunos enlaces a la obra de Arantxa:

El Último Trago en París

Retumba

Escalada

Milagro (Uno más)

 

ReviCIoNEs

Qué es para mí la literatura

por Arantxa Oteo

Para mí la literatura es vida, siempre lo ha sido. De hecho, mi primer recuerdo tiene que ver con las palabras, con su magia, con lo que generaban en mi entorno y con lo que me hacían sentir. Mis padres eran grandes alquimistas de las palabras, así que, ¿cómo no iba a amar la literatura, incluso no sabiendo qué era?

Mi madre apenas había ido a la escuela, aprendió a leer con los listados de heridos y muertos de la guerra «incivil» española. Las novelas de todo tipo (en lo único que resultó caótica fue en sus hábitos lectores) la sacaban del mostrador tras el que despachaba desde los nueve años, de los suelos que fregaba de rodillas, de los sabañones por lavar la loza y la ropa en el agua especialmente helada del Madrid de posguerra; porque cuando acababa su jornada infinita de trabajo, volaba en alfombras mágicas, surcaba los mares en barcos piratas, galopaba por praderas y se perdía en bosques, paseaba por hermosas ciudades y viajaba en trenes de nombre imposible. Y cuando se quedaba dormida con el libro entre las manos era cuando más vivía. Siempre me contó historias de sus hazañas en las aldeas vascas que sus padres habían abandonado buscando una vida mejor, o de las que inventaba en parajes más exóticos, intercalándolas con canciones a menudo improvisadas que me parecían horribles porque el canto no era su don. Me enseñó a amar las paradojas porque me llamaba fea solo los días de lluvia (“Fea, que por ti no llueve”, me decía muy seria) y le gustaba escucharme cuando me pedía que le contara con quién hablaba cuando jugaba sola en mi cuarto, por qué le había dado ese nombre a la muñeca o dónde había ido esa noche mientras dormía.

 

Mi padre, muy jovencito, dejó su terruño vasco y se hizo ciudadano del mundo. Me gusta pensar que algunos de sus libros, que años después leí, lo empujaron a embarcarse para conocer ríos más caudalosos, montañas más altas, pueblos más bellos y mares más vivos que los suyos y que años después regresara a su Nervión, a su Tologorri, a su Orduña o a su Cantábrico con la certeza de que su tierra no tenía fronteras. Le gustaba jugar conmigo a construir palabras juntando las letras capitulares que recortaba del diario vespertino, que era mucho mejor que hacer castillos o coches con las piezas del Lego, claro está; sin darme cuenta, y años antes de ir a la escuela, aprendí a leer y a descubrir, como mis padres, que la vida era algo más y que la literatura siempre me acompañaría.

 

Ahora también escribo, mejor dicho, siempre he escrito, escribir y leer, crear y descubrir mundos, van inevitablemente de la mano para mí. Escribo porque estoy viva, pero ha habido momentos en que escribía porque necesitaba respirar y aferrarme a la vida. Escribo, aunque se me haya cumplido un verso que me profeticé (“que solo nosotros nos bastemos/ y se acabe, inútil, la poesía”) porque la poesía no se acaba, si acaso se transforma para adecuarse, como el torrente, a nuestros meandros, a nuestros recodos, a nuestras riberas. Escribo porque me he apartado de lo que nunca me gustó de lo que, erróneamente, llamamos poesía y solo son falsos adornos y estúpidos consuelos para los egos tristes; ahora mi arroyo-poesía fluye sereno, mi río-cuento corre feliz y juguetón y mi lago-vida recoge con gratitud tanta generosidad. La literatura, como el agua, calma mi sed, me limpia y me refresca, me conforta y me acuna. Solo espero que, hasta que me toque desembocar en el océano, siga empapándome suave y feraz.

 

Arantxa Oteo

Semblanza por Gocho Versolari

Desde hace varios años, convivo con la poesía de Arantxa.

Esta frase no es un símil, ya que la poesía de Arantxa está viva, y la única forma de abordarla es a través de un extraño matrimonio que nos ayude a compartir día a día las claves de sus letras. Al terminar uno de sus textos , al abordar uno de sus libros, las palabras toman de pronto la forma de una mujer hermosa y amable, que con una seguridad blanda, nos propone acompañarnos en nuestras alegrías y en nuestras angustias.

El café de la mañana; el gozo de un amanecer de verano; la tristeza goteante del otoño…  Los versos de Arantxa se disuelven con nuestras emociones; la poesía se transforma en espejo que nos devuelve una mirada extraña pero que sigue siendo la nuestra.

MIÉRCOLES

 

Pensar que he llegado hasta aquí me sorprende.

 

Otra vez he sacudido la pereza, he acudido a mi trabajo, he sonreído al día y he hablado con nubes y piedras.

 

Estoy en pie, no me han tumbado.

 

Tengo por apoyo la palabra y

 

Amanezco.

Arantxa Oteo

La poesía de Arantxa se encuentra en los límites de la semiótica. En sus versos, los signos estallan y las especulaciones no tienen sentido. Las palabras han encontrado el límite de lo racional, y allí se mantienen en un equilibrio arriesgado, dinámico, lleno de calor.

La convivencia con sus poemas  nos descubre. Casi sin sentirlo, las letras se unen a nuestro ser, y una mañana al despertar nos descubrimos observando el mundo a través de los ojos de la autora.

 

VIERNES

 

 

No te conformes, que mi generosidad es larga y mi estela fácilmente visible para el alma.

 

La mañana vive en mi espalda, si acaso mis ojos estuvieran distraídos en eso que llaman vivir y por un momento no salieran a tu encuentro.

 

Mis pasos convergen en los tuyos, no es posible no hallarnos.

 

 

 

Y mientras

 

                                   Una sonrisa

 

                                                             Nos dará la razón.

Arantxa Oteo

Poemas del libro De Meses y Días, co-escrito con Daniel Erne. Sobre estos textos, afirma Arantxa:

«En este poemario los poemas no van firmados, Daniel y yo hemos jugado al equívoco, diluyendo los egos porque, ¿qué más da quién es autor de cada poema?»

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