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El Enigma del Palo Borracho

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En un jardín botánico, un grupo de personas que participa de una visita guiada, se detiene frente a un palo borracho. El guía explica:

– Es una planta bombácea, conocida como «Ceiba Speciosa». Pertenece a la familia del Baobab y del Kaprok.

“¡Qué bien!. Se nota que es un científico”, comentan todos.

-Parece una mujer embarazada — afirma uno de los miembros del grupo.

“Qué sensibilidad. Evidentemente es un poeta”. Señala el resto.

Entre los visitantes se encuentra un indio Toba, quien señala el árbol y dice con voz segura.

-Es una mujer. Está embarazada y espera un hijo de la tierra.

Ante esto, la concurrencia reacciona con indignación.

«¿Cómo puede afirmar eso? ¡Es un bruto y un salvaje por añadidura!»

Este breve relato explica tres funciones de abordar la realidad que corresponden respectivamente al científico, al poeta y al mítico.

Sobre el primero no hay dudas; encarnado en el guía, es el que apela al conocimiento claro y distinto. Nuestra sociedad se basa en la ciencia como fundamento, y por eso lo reconocemos sin dificultades.

En una civilización como la nuestra, el poeta puede ser tolerado sólo si se convierte en un adorno inofensivo. Se exige que produzca sueños «socialmente aceptables»; que actúe como un buen decorado, sabiendo que su arte nunca lo hará rico ni le aportará prestigio social. Tiene la obligación de buscar la abundancia material en «actividades serias», distintas a sus ensoñaciones de vate. No debe vacilar en sacrificarlas si alguna vez entraran en conflicto con un puesto privilegiado en la sociedad. En comparación con el científico, el poeta es visto con simpatía, pero genera desconfianza. El imaginario popular lo asocia a un ocio reprobado en cualquiera de sus formas; opuesto a esta sociedad utilitaria y pragmática.

El mítico, es aquel que considera como reales las visiones del vate. «Sabe» de algún modo que la metáfora y la visión cargada de belleza son mucho más que ornamentos; ayudan a abordar aspectos ocultos de la realidad y aportan un conocimiento del mundo necesario para la vida. El indio toba del relato, es un hombre sumergido en esta dimensión mítica.Para él, los elementos de la naturaleza forman parte de un drama cósmico que compromete nuestras existencias; para él, la poesía llega al tuétano de la realidad y es un lenguaje tan preciso como las matemáticas. Cuando el poeta afirma a través de una metáfora que el árbol semeja una mujer embarazada, el mítico lo asegura como una realidad, lo que produce el rechazo de los demás, fuertemente anclados en el cientificismo. El toba, al cuestionar las categorías que hacen seguro a nuestro mundo , atravesaría los peligrosos límites de la psicosis.

Hoy en día a pesar de los medios audiovisuales que son capaces de reemplazar la simple lectura, aumenta el número de quienes se lanzan a escribir, como si se tratara de una aventura fascinante. Desde la simple poesía, hasta complicadas novelas, pasando por todos los matices de la literatura. Algunas plataformas de la web, como «Amazon», permiten hacerlo con pocos requisitos y de ese modo se montan verdaderas bibliotecas de dispares valores literario. Se calcula que en pocos años, quienes escriben superarán en número a sus potenciales lectores.

En una sociedad donde impera el cientificismo, son muchos los que buscan en forma instintiva la visión mítica de las cosas, al narrar o cantar distintos aspectos de la realidad. Desde la cultura oficial se niega la dimensión de misterio que guarda la vida y toda la realidad, por lo que muchos sectores, especialmente jóvenes, salen a procurarla a través de la literatura.
En este espacio, dirigido a quienes trabajamos con las letras, seguiremos reflexionando sobre el Poeta y el Mítico. Describiremos las condiciones por las cuales se puede extender la propia cosmovisión, hasta contemplar el cosmos como una totalidad de belleza y de sentido a través de nuestro arte.

 

GOCHO VERSOLARI

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