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Uruguay, el primer país en Iberoamérica en el que pudo votar la mujer

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Uruguay (NM) –   El 3 de julio de 1927, en la localidad de Cerro Chato (Uruguay), se celebró un referéndum para decidir la integración de la localidad en uno de los tres departamentos que se lo disputaban: Florida, Treinta y Tres o Durazno. Pero más allá del objetivo del plebiscito, la singularidad del acto se debió a que fue la primera vez que las mujeres ejercieron el derecho a voto en Iberoamérica.

Representación voto femenino en Cerro Chato

Aún así, el proceso de legalización total del voto femenino fue largo y no fue hasta once años después, en 1938, cuando las mujeres pudieron votar en unas elecciones generales en Uruguay. Anteriormente, La Constitución de 1917 otorgó la totalidad de derechos civiles y la potestad de voto y en 1932 se reglamentaron los documentos que así lo defendían.

«Las personas sin distinción de nacionalidad y sexo que deseen intervenir en el plebiscito deberán inscribirse previamente en el Registro que abrirá la Comisión Especial Parlamentaria», señalaba el decreto de la Corte Electoral que se había dictado a finales de mayo de 1927 y recoge el portal ‘LaRed21’.

La primera ciudadana en votar fue Rita Rivera, de 90 años y natural de Brasil. Después, le siguió Bernardina Muñoz, una activa militante política que 30 años antes había participado en la Revolución de 1897 liderada por el caudillo Aparicio Saravia contra el Gobierno de Juan Idiarte Borda. Ambas defendieron que Cerro Chato se integrase al departamento de Treinta y Tres.

Por otro lado, las mujeres de Durazno realizaron una intensa campaña a favor de la unificación de todo el territorio al citado departamento. La campaña fue liderada por Modesta Fuentes de Soubiron, que había mantenido polémica con los periodistas del diario uruguayo ‘El País’, a raíz de un artículo donde dudaba de la capacidad de las mujeres para votar. Es así, que el referéndum no se caracterizó por el debate electoral, sino que fue motivado por una dinámica distinta.

En dicho referéndum votó el 94 por ciento de la población y venció la opción de Durazno. Aún así, esta iniciativa nunca fue tomada en serio por las autoridades de la época y la iniciativa de anexión se perdió en el tiempo, manteniéndose la misma posición hasta el día de hoy. Es una situación particular, ya que en Cerro Chato se reparten la autoridad entre tres juzgados y tres juntas locales diferentes, una por cada departamento.

SUFRAGIO FEMENINO EN OTROS PAÍSES IBEROAMERICANOS   

La legislación internacional reconoció el sufragio femenino en 1948 a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cuyo artículo 21 declara que «toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país».

Pero antes de 1948 ya existía el movimiento sufragista femenino, que reivindicaba la participación igual en las elecciones, además de un cambio social y económico que incluyese a las mujeres en dinámica política.

En el caso de Iberoamérica, después de Uruguay, el sufragio femenino se logró desde las instituciones del Estado mediante leyes que fueron impulsadas directamente por mujeres, como en el caso de Argentina con Eva Perón o en México con Elvia Carrillo Puerto, conocida como ‘La Monja Roja’.

Chile vivió el debate sobre el derecho a voto femenino desde 1920. Sin embargo, la oposición de los partidos anticlericales y de izquierda, debido a la tendencia conservadora del electorado femenino, retardó por varias décadas más la concesión de ese derecho y no fue hasta 1952 cuando las mujeres votaron por primera vez en las elecciones presidenciales que dieron la victoria a Carlos Ibañez del Campo.

También en Ecuador desde los años 20 se acentúo la lucha de la mujer ecuatoriana por el voto. Matilde Hidalgo de Procel fue la primera mujer que se inscribió en los registros electorales, aprovechando la ambigüedad de la Constitución de 1843 que hablaba de ciudadanos en general, sin especificar ninguna prohibición a la mujer.

Es por eso y ante tal desconcierto, que la Junta Electoral especificó que el voto solo era para hombres. En 1929 se lograría el sufragio femenino para las mujeres que demostrasen tener facultades para hacerlo y en 1967 se convertiría en un derecho sin restricciones.

Por su parte, Brasil seguiría los pasos de Uruguay y Ecuador y estableció el derecho a voto a las mujeres sin ninguna condición en 1934, gracias a la labor de la feminista Bertha Lutz.

 

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