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Jaime Roldós Aguilera: 35 años de la muerte del presidente ecuatoriano

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Ecuador (NM) –   El 24 de mayo de 1981, el trigésimo tercer presidente constitucional de la República del Ecuador, Jaime Roldós Aguilera, falleció en un trágico accidente de avión que se estrelló contra el cerro de Huayrapungo, en la provincia de Loja. Además del presidente, murieron todos los demás pasajeros de la aeronave, entre ellas su esposa Martha Bucaram y el ministro de Defensa Marco Subía Martínez.

La aeronave había salido de Quito después de una ceremonia en el estadio Olímpico Atahualpa, donde se condecoró a los combatientes de la Guerra de Paquisha.

Roldós fue abogado y político y lideró el retorno al sistema democrático después de casi una década de dictaduras civiles y militares. Asumió el poder el 10 de agosto de 1979 a los 38 años apoyado por el partido de Concentración de Fuerzas Populares (CFP) y Democracia Cristiana llegando al poder después de aplastar en una segunda vuelta electoral al candidato de derecha Sixto Durán-Ballén, según recuerda la Agencia Andes.

Dos de las primeras medidas que adoptó fue la reducción a 40 horas de la jornada laboral semanal y la duplicación del salario mínimo de los trabajadores a 4.000 sucres mensuales (alrededor de 160 dólares), así como otras transformaciones en beneficio de las clases de menos recursos.

Al ejercer este tipo de política, la fuerza opositora de la derecha le criticó duramente, entre ellos el entonces diputado León Febres-Cordero, y otras organizaciones políticas representadas en el entonces Congreso Nacional, entre las que formaban parte el propio movimiento que lo llevó al poder.

La aportación que más identifica la personalidad del presidente fue su liderazgo en política internacional en materia de Derechos Humanos, un tema que estaba fuera de lugar debido a que la mayoría de los países latinoamericanos eran gobernados por violentas dictaduras militares como la de Augusto Pinochet, en Chile.

Ante el Pacto Andino (comunidad integrada por Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador), propuso una doctrina de respeto a los derechos humanos que se plasmó luego en la Carta de Conducta firmada en la ciudad de Riobamba el 11 de septiembre de 1980, que confirmaba los principios de solidaridad, respeto, de no intervención y promoción de paz, entre otros.

TRAS EL ACCIDENTE   

Todos los ecuatorianos recordarán siempre las últimas palabras del mandatario en su discurso legendario en el estadio de Atahualpa, el 24 de mayo de 1981 con un gran contenido de denuncia social y política.

A continuación se reproduce un extracto de sus últimas palabras:

«Hemos avanzado 21 meses, bajo un gobierno constitucional, cuando significa en países como el nuestro en los que ganar la estabilidad democrática, implica conquistarla día a día.

Ecuatorianos, fuimos serios y honestos. Seguimos siendo serios y honestos en todos y cada uno de nuestros planteamientos. Que no sean las palabras sino las obras, las que den el testimonio de nuestras intenciones. Es hora del trabajo, el esfuerzo y la solidaridad, no de los paros, huelgas, amenazas, incomprensión o rumores. Probemos el amor de la Patria cumpliendo cada quien con nuestro deber. Nuestra gran pasión es y debe ser el Ecuador. Nuestra gran pasión, oídme; es y debe ser el Ecuador.

Este Ecuador que no lo queremos enredado en lo intrascendente, sino en lo valeroso, luchador, infatigable, forjando un destino de grandeza. El Ecuador heroico que triunfó en Pichincha, el Ecuador de los valerosos de hoy, heroicos luchadores de Paquisha, Machinaza y Mayaicu, inmolados en estas legendarias trincheras. El Ecuador heroico de la Cordillera del Cóndor. El Ecuador eterno y unido en la defensa de su heredad territorial. El Ecuador democrático, capaz de dar lecciones históricas de humanismo, trabajo y libertad. Este Ecuador Amazónico, desde siempre y hasta siempre. ¡Viva la Patria!».

 

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