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‘Time for Change’ da una oportunidad para las mujeres que salen de prisión

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Los Ángeles, CA (EP) • Desde que era una niña, vivió rodeada de drogadicción y alcoholismo. Cuando tan solo tenía cinco años, probó por primera vez el alcohol, y con 17 el crack. Kim Carter nunca tuvo un hogar con una familia tradicional, razón por la que tras salir de la cárcel tuvo la iniciativa de crear una asociación sin ánimo de lucro que ayuda a las mujeres que no tienen hogar a retomar sus vidas.

Time for change

«Veíamos a personas inyectándose heroína… Jugábamos cuando éramos niños y había agujas en el suelo. Era duro», asegura Carter en una entrevista realizada a ‘CNN en español’. Esta vida que veía Kim Carter de pequeña, pasó en poco tiempo a ser su propia vida. Deambulando entre la prisión, la prostitución y las drogas, Carter se dijo así misma que era hora de cambiar.

En el año 1993, mientras estaba en prisión, fue aceptada en un programa de rehabilitación donde inició un camino que la llevaría a dejar las drogas. «Pasé muchas noches sin dormir; sentía como si Dios me estuviera diciendo ‘no te hice pasar por todo esto para nada'», dijo Carter.

Y su vida cambió. Desde el año 2002, más de 800 mujeres y niños se han podido beneficiar del programa que Carter lleva en su asociación ‘Time for Change’ en San Bernardino (California), donde les permiten alcanzar la autosuficiencia con un enfoque basado en la fortaleza para hacer frente a sus necesidades.

Las mujeres que se han beneficiado de la Fundación son mujeres que salen de la cárcel y no tienen un lugar a dónde ir, así como evitar que recaigan en la drogadicción o en el alcoholismo. «Nos reunimos con las mujeres donde se encuentren, ya sea en una estación de tren, en el centro de la ciudad o en un hospital. Estamos dispuestos a estar ahí a medianoche para recoger a una mujer de la prisión con el fin de traerla a casa, porque nosotros la entendemos».

A los niños sin hogar se les da una atención especial, centrándose en la educación. La organización está enfocada en servir a las familias sin hogar que se están recuperando de los efectos del abuso de sustancias, encarcelamiento o problemas de salud mental.

Muchas de las mujeres que trabajan en la Fundación tienen antecedentes por haber estado en prisión, por lo que se convierten en mentoras de las nuevas «socias». El hecho de que muchas de estas mujeres tengan antecedentes penales hace que sirva de un «constante recordatorio de tu pasado».

Kim Carter es a día de hoy un espejo donde pueden mirarse aquellas mujeres que llevan las cicatrices de la pobreza, la falta de una vivienda o el encarcelamiento en su día a día.

En la Fundación, además, se llevan a cabo varios programas, como el reingreso en la sociedad, donde se reduce la reincidencia a través de tutorías, gestión integral de casos, asesoramiento, vivienda, tratamiento de salud mental y tratamiento de abuso de sustancias.

Por último, Carter asegura a ‘CNN’ que tiene una oficina dentro de la prisión –y otra fuera– donde puede compartir sus experiencias con mujeres encarceladas, dándoles una esperanza para cuando llegue el día de su salida de prisión. «Ahora cuando entro a esa prisión –no solo como una mujer libe, sino sabiendo que soy un agente de cambio y una luz de esperanza–, tengo una sensación de euforia. Me siento poderosa, y eso va más allá de todo lo que podía imaginarme», concluye Carter.

 

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