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Por qué la radical reforma migratoria que abandera Trump es prácticamente imposible

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New York City, N.Y. (EP) • Cuando Donald Trump, precandidato republicano a la Presidencia, anunció el pasado lunes su propuesta migratoria, buena parte de sus rivales –al menos cinco, según una cuenta rápida del ‘Huffington Post’– se mostraron de acuerdo con uno de sus aspectos más relevantes: la eliminación de la ciudadanía por derecho de nacimiento. No obstante, su consecución implicaría o una de dos: revocar una decisión del Supremo o enmendar la Constitución con el apoyo del partido Demócrata, una faena que se antoja casi imposible.

 

Donald-Trump
Donald Trump: la reforma migratoria que propone es casi imposible.

 

Desde una perspectiva electoralista, la propuesta de Trump es lógica: su ascenso en la intención de voto ha ido directamente vinculado a la intensidad de sus propuestas de reforma migratoria –la primera que ha puesto por escrito, señal de que no se trata de una de sus habituales salidas de tono gratuitas–, por muy populistas que estas sean. En el fondo, y según el análisis de la conservadora National Review, Trump evoca la cantinela por la que se anteponen las necesidades del trabajador estadounidense a la mano de obra extranjera.

Si Trump –o Scott Walker, o cualquiera de los hipotéticos presidentes republicanos en 2016 favorables a esta medida– alcanzara su objetivo, el rechazo al derecho de ciudadanía por nacimiento se convertiría en la enmienda 28. De lo contrario, pasará a convertirse en una más de las 11,539 propuestas realizadas desde 1789.

No es una propuesta exactamente nueva en la Derecha estadounidense, que considera este tipo de nacionalización más bien un síntoma que una causa. En realidad, los republicanos temen el fenómeno de los llamados «niños ancla» — un término que ya empleó Trump en 2011, según el ‘Washington Post’ –; inmigrantes ilegales que se aprovechan de la ciudadanía automática que se concede a sus hijos. Es una práctica aprobada por el Supremo en 1898, en el caso Estados Unidos v. Wong Kim Ark, nacido en San Francisco de padres chinos.

El problema es que el intento de eliminar la ciudadanía por derecho de nacimiento desencadenaría una batalla tan larga y difícil que amenazaría con destruir al mismo Partido Republicano. No se trata de una precisamente de una idea insertada en un anexo de la legislación estadounidense: es cosustancial a la Décimocuarta Enmienda de la Constitución norteamericana.

Para hacerse una idea de la dificultad que supone, la Constitución estadounidense solo se ha modificado 27 veces en la historia de EEUU, pero 10 de esas enmiendas fueron aprobadas «en masa» en el momento de la fundación del país.

QUÉ HACE FALTA

Para aprobar una enmienda constitucional se pueden tomar dos caminos: uno directo, que requiere de la aprobación de dos tercios de Cámara de Representantes y Senado así como el respaldo de tres cuartas partes de los estado, y uno más indirecto, que en principio da un rodeo al Congreso, por el que se declara una «asamblea constitutiva» a petición de dos terceras partes de los estados para introducir una enmienda que ratificarían tres cuartas partes de los mismos. El uso de esta última opción, que ignora al poder Legislativo, está descartado.

En el caso de que Trump se convirtiera en presidente de Estados Unidos (y manteniendo de manera hipotética la actual composición del Congreso), primero necesitaría el apoyo de 13 senadores y 44 representantes demócratas –es más de una cuarta parte del total del Senado y una quinta parte de todos los representantes– y después el respaldo de al menos cinco estados demócratas.

 

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