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Gustavo Consuegra Solórzano: La Mítica Sangre de las Utopías

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El Miedo - Gustavo

Cuando en el siglo XVII Thomas Moro utilizó por primera vez la palabra Utopía, esa isla donde se levantaría una sociedad ideal, la misma mostraba un aspecto matemático, obsesivo; la perfección de la sociedad descrita por el filósofo, difícilmente se correspondía con las angustias, los deseos, los temores del hombre de carne y hueso. De este modo, la utopía se convertía en un hermoso reducto nunca ocupado por sus habitantes. Luminosa, formidable, pero inalcanzable. Separada un instante en el tiempo, ejercía sobre quienes la admiraban la terrible fascinación de la serpiente.

En la poesía de Gustavo Consuegra Solórzano, esa sociedad ideal se entremezcla con la aspiración profunda, el deseo preciso, impostergable de su realización. El poeta lleva la utopía en su entraña, más precisamente en el hígado donde la medicina china ubica el origen de las decisiones; o en el corazón, donde se genera la alegría.

De este modo, la utopía de Gustavo tiene características que la separan de las numerosas construcciones abstractas a las que se les asigna este nombre y que se elaboraran a lo largo de la historia. La utopía del poeta, es un perfume, una aspiración vaga como esas que sentimos al salir del sueño; una emoción sutil; un toque de ternura o el retazo de un cielo de verano.

 

Al leer la poesía de Solórzano, evocamos casi sin quererlo al cine de Eisenstein: por encima de la contundencia ideológica de sus propuestas, el genial director crea una mítica profunda, un anhelo inevitable, irresistible, que acompaña a los films. Este metalenguaje, palpita como un ser vivo en los versos de Gustavo. En Danza de Vida y Muerte, la voz poético―militante, no llama a tomar las armas sino a danzar de tal forma que el baile tenga la fuerza de hacer estallar las injusticias;  danza anclada en la vida que revele el sentido de la muerte. El Nacimiento del Poema, ilustra este palpitar potente que anima a los vocablos: allí, Gustavo juega con la vieja convicción del bardo de no ser él quien escribe o pronuncia los versos. Este contenido mítico explota de tal modo, que el lector teme que las palabras destilen de pronto gotas de sangre.

Como en la vieja máxima oriental, que afirma que cuando el dedo señala la luna, hay que observar el astro y no el dedo, Solórzano nos ofrece en su poesía un ramal de caminos y perfila el final luminoso de los mismos, donde late esa sociedad ideal ubicada en el interior de cada uno de nosotros.

Como él mismo lo señala: junto al poeta, hay un profeta primerizo (en el sentido bíblico: interpretar el futuro a partir del análisis de la realidad), que conmina al lector a convertirse en el miembro de un pueblo e iniciar con entusiasmo, el cruce de un largo desierto; sabiendo que a cada paso   la tierra prometida puede surgir de la arena o de las estrellas.

 

 Reportaje a Gustavo Consuegra Solórzano por Zenn Ramos

Versión gráfica de la entrevista:

 

gustavo consuegra

 

Poemas de Gustavo Consuegra Solórzano:

El Miedo

Hay lluvia de Planetas

Primeros versos de la libertad

Danza  de Vida y Muerte

Nacimiento del poema

Vuelo

Un Puerto (texto)

 

«Un Puerto» – Video

Poesía en la voz de Gustavo Consuegra Solórzano (Siga el enlace en la foto)

Puerto

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