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Ferguson reconstruye, pero las heridas siguen siendo profundas

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Ferguson, Missouri (Diario-Digital.com) — En estos días se cumple un año de la muerte de Michael Brown Jr. un joven desarmado, a manos del policía Darren Wilson. Este hecho, además de poner sobre el tapete la violencia racial que atraviesa a Estados Unidos desde la Guerra Civil, ha sumido a la ciudad de Ferguson en un estado de ira al cual ha sucedido la incertidumbre.

Darren Wilson, el policía que mató al joven el año pasado y quien se vio en el epicentro de la tormenta socio política que desató el incidente, se ha mantenido recluido en un nuevo hogar comprado con fondos de donaciones recibidos antes de que fuera absuelto por el gran jurado del condado de St. Louis en Noviembre 2014.

Darren Wilson - Handout
Darren Wilson – Handout

Según un artículo apunto de ser publicado en la revista «The New Yorker», Wilson ha temido por su vida y la seguridad de su familia desde lo ocurrido el 9 de agosto del 2014. El ex agente de policía de Ferguson ha recibido una serie de amenazas de muerte que según él, son creíbles y reales.

Según explica el artículo, Wilson no ha podido encontrar empleo en ningun lado y salir a la calle es una imposibilidad debido a su alto perfil.

A esto se suma el recrudecimiento de la comunidad de activistas que se preparan para un fin de semana de vigilias y marchas de protesta en las cuales se recordará a Wilson sin afecto.

El padre de Michael Brown, del mismo nombre, ha planeado un concierto benéfico y ha organizado varios eventos para conmemorar la muerte de su hijo. Brown Jr. Ha instado a la comunidad a actuar de manera pacífica y no incitar violencia de ninguna manera.

De algún modo, la familia también vive aislada de la compañía de su hijo Michael; en medio de un mundo que se ha desmoronado para ellos, donde es necesario un nuevo y doloroso comienzo. Quizá sientan en carne propia la vieja afirmación según la cual una persona que pierde sus padres se lo llama huérfano, pero cuando son los padres quienes pierden un hijo, no hay forma de llamarlos.

De este modo, el policía y las víctimas se encuentran unidos por el doloroso aislamiento de la muerte. El tercer protagonista de este hecho terrible es la comunidad de Ferguson que también ha caído en una forzosa reclusión. Comerciantes y propietarios descubren que las ventas bajan y que las viviendas pierden su valor. Pocos se acercan a esta ciudad del condado luego de lo ocurrido. Los damnificados esperan una palabra salvadora de políticos, entidades civiles, o de aquellos que detentan el poder.

El racismo por su definición – El prójimo es mi enemigo – produce  este aislamiento tanto en quien lo ejerce como en las víctimas que genera.  Como dijimos más arriba,  en Estados Unidos este exacerbado sentido de superioridad racial tiene una espesa densidad histórica que no puede resolverse en años. Por lo antiguo y profundamente enquistado en las estructuras de la  sociedad, el tiempo para la solución debe contarse en generaciones.

 

 

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