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Sinfonía en Negro

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Bernard Ndichu Njuguna 1979 - Kenyan painter - Tutt'Art@ (37)
Bernard Ndichu Njuguna 1979 – Kenyan painter

En el año 2003, en la carretera que une Caracas con la Península de Cata, en Venezuela, vi por un momento un paisaje que aún suele presentarse a mis ojos como una instantánea  tarjeta postal. Era un moreno  recostado contra el tronco de una palma. A su lado, un río, animales, vegetación; todo iluminado por el sol de la tarde desde un horizonte lejano. La integración del hombre a la naturaleza era espontánea, total; el resultado de la vida sin dudas, sin estrés. De allí surgió el poema Era un Negro Azulado…  Cabe destacar que en este contexto, la palabra Negro no tiene  el sentido peyorativo y profundamente insultante  que adquiriera en Estados Unidos.Señalo como ejemplo el movimiento fundado por la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú en Guatemala y al que denominó Indígena, Negro y Popular. En muchos países el apelativo sirve para designar aspectos de su cultura (poesía negra, baile negro…) y  es un  auténtico orgullo de raza.

En mis viajes por Ecuador, Colombia y Perú, he podido constatar que la característica de la raza Afro-Americana es su capacidad artística. Más exactamente, la capacidad de expresar la belleza con cuerpos y voces. Belleza primitiva, vinculada a  la tierra, al despliegue de la naturaleza. La lucha de los morenos tuvo su hito con Martin Luther King en los años sesenta. Desde entonces se lograron reivindicaciones relacionadas con la dignidad y mejoras en cuanto a sus condiciones de salud, subsidios, etc. Quedan muchas por cumplir. (La principal es el derecho a no ser ejecutados por el color de la piel); yo le agregaría la prerrogativa al ocio como condición para que pueda expresarse la identidad cultural y como raza.

La palabra española «negocio» proviene de  ese estado humano que amuebla el espíritu, según el escritor Enrique Larreta. Es en el ocio donde madura la creatividad. Fui testigo de la inacción diurna de los morenos en Juan Chaco, un lugar agreste y apartado en Colombia. Descansaban durante el día y en la noche se expresaban en bailes alucinantes, logrando con su cuerpo figuras que jamás viera en una danza.

Cabe preguntarse si la sociedad americana actual tiene un espacio para esta expresión artística, para que esta raza integrada a su riñón, aporte su voz propia, su capacidad inconcebible de belleza. ¿Aceptará la rígida ética protestante vinculada al trabajo duro, condenatoria de toda forma de pereza a una cultura básica que surge del ocio y de la creación? No es bueno que el moreno se convierta en un ser sobreadaptado a las pautas estrictas de producción y eficacia de esta civilización . No es bueno que desde los blancos surjan actitudes xenófobas, posturas de odio; que  se continúe el genocidio más o menos soterrado de una raza por el solo hecho de ser diferente.

Quizá estas aspiraciones a otras formas de cultura estén insertas en los genes del moreno. Quizá la ciencia llegue a determinarlo alguna vez. Debiera  seguir indagándose en las raíces africanas, negras en el sentido que explicábamos más arriba.  Debiera excavarse en la interioridad de cada uno de los morenos para buscar los códigos originarios. Completar ese viaje interior en busca de las raíces, sólo podrá enriquecer la cultura en la que se hallan inmersos. El Jazz y el Góspel, con todas las variantes, son dos expresiones de esto que señalamos. Géneros musicales que, desde el corazón de África a través de los esclavos, se integran a la sociedad americana y de allí se lanzan al mundo.

Multiplicar los centros de integración cultural afroamericana. Organizar festivales con una multitudinaria y diversa convocatoria. Lanzar becas, levantar escuelas que desarrollen esa maravillosa capacidad creativa del moreno. No fomentamos la indolencia. Llamamos a  nuestros contemporáneos para que abran sus mentes; para que acepten  la posibilidad  que existen diferentes formas de actividad más allá de la producción en serie y el apetito voraz, desmedido y generador de guerras del capitalismo en una versión salvaje. El moreno debiera ser una suerte de sacerdote laico de la belleza expresada con el cuerpo; del mensajero que llega a decirnos que una sociedad eficaz no siempre es sinónimo de Sociedad Feliz.

 

 

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