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María Teresa Balogh: Versos que se convierten en carne.

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Reseña por Gocho Versolari

¿Cómo presentar la obra de María Teresa Balogh? ¿Cómo presentar la obra de un poeta? Debiéramos olvidarnos de las biografías e inventar la Bio―Grafía es decir el dibujo de su existencia, encontrando las pistas en los propios versos. Allí las emociones, el impacto de la vida en el pecho del vate hace estallar los datos precisos que dicen poco o nada de su existencia. Estudios realizados, currículos, premios recibidos… Todo es hojarasca frente a la mirada del poeta que lo devuelve a él y al lector a una dimensión con gusto a infancia, donde sólo valen los sabores, los cielos azules y las sonrisas.

Diecisiete

…Todos los días salía del colegio

con las mismas muchachas

pero en otra dimensión.

No tenía nada en común con ellas,

ni con ninguna otra persona de mi edad.

En una tierra donde el tiempo poseía elasticidad

y las fechas límites flexibilidad,

yo era puntual…

 

Alguien dijo que el creador es algo más y algo menos que un hombre; que la dimensión humana apenas lo roza. Voces, gestos,  llegan hasta el poeta como un lenguaje extraño, levemente familiar. Resuena apenas por encima de las palabras cargadas de fuego que forja en las entrañas.

 

 

Oda a las lentejas

 

pequeños discos

color quemado

carga de vida

llenura vital

proteína férrea

 

todo es bueno

 

……………………….

 

magnífica

insignificancia

de naturaleza antigua

sin pretensiones

engañosa simplicidad

néctar de divinidad

 

todo es bueno

 

Bailar Caribeño es una suerte de “Suma” de la voz poética de María. El clima de muchos de los versos me recuerda la anécdota central de “El Ciudadano Kane”, la mejor película de Orson Welles. En la primera escena un hombre muy poderoso muere y su última palabra es Rosebud. Un periodista indaga sobre el vocablo y se informa sobre la vida del magnate. Al cumplir diez años, llegan a buscarlo a una finca donde vive feliz, para que se haga cargo de la cuantiosa herencia que acaba de recibir. El niño, que en ese momento juega con un trineo, se niega a ir y deben  llevarlo a la fuerza. Sobre el final del film, sabemos que la palabra misteriosa, Rosebud, era la marca del trineo, juguete preferido de la infancia del personaje. Añoranza de la simplicidad, de la inocencia perdida. La vida se sumerge en abalorios de complicaciones y hay que cavar para encontrar restos de una mirada clara, de un llanto espontáneo. Residuos arqueológicos de la felicidad.

 

Hay algo en la simplicidad

  

Quisiera ser tú

         en paz

con una parcela de tierra,

un lugar donde plantar unas cuantas cosechas

una cerca donde tender la red de pescar,

sin cavilar sobre auto identidad

existiendo

subsistiendo

dejando que Natura cree su propio camino,

                                    que haga su voluntad

                        siendo una madre,

con niños tirándome del delantal,

                                    o un padre,

trabajando la tierra.

 

 

Los hombres somos hermanos. La tristeza es el hermano que sufre. Quien haya transitado las calles de Colombia, habrá observado esa caravana de dolor que se embolsa en pregones, risas sordas y la muerte detrás del cartón pintado de una falsa alegría.

 

La niña en la calle

 

La niña en la calle no conoce días claros.

Es criatura nocturna que revive en anocheceres.

La niña en la calle no posee diario

ni sabe bajo qué signo nació….

 

¿Hay redención?, preguntamos y como respuesta, la poeta convierte sus versos en son.

Cumbia

rojo

blanco

encaje

cintas

colores

una vela

la punta de la falda

en manos

estiradas

sobre cabeza

hacia las estrellas…

 

Es en esta musicalidad maravillosa donde los sufrimientos y los anhelos encuentran la paz. El paraíso anhelado, la felicidad primera y espontánea, emerge de los movimientos armoniosos de los cuerpos.

 

Es entonces cuando el verso de María se convierte en carne.

 

 

Poemas citados: Fragmentos de “Bailar Caribeño” por María Teresa Balogh. Ediciones TORREMOZAS ― Madrid ― España ― Primera Edición, mayo 2013.

 

 

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